La maternidad es un hecho que le cambia la vida a todas quienes la experimentan, cambia el cuerpo, las emociones y las prioridades. Es, en el buen sentido, un momento de crisis, incertidumbre y de muchísimas emociones. Dentro de ellas está la felicidad y el amor sin duda, pero también hay mucha inseguridad y autocrítica ¿lo estaré haciendo bien? ¿le estaré dando a mi hija/o todo lo que necesita? ¿será normal que haga o no haga esto o aquello? etc… Para las mamás de la cárcel no es distinto, viven el mismo proceso de cambio e incertidumbre, pero a eso hay que sumarle la privación de libertad, la falta o ausencia de red de apoyo y un historial familiar muy vulnerable.
13 mujeres madres, 13 niños y 6 embarazadas hacen sus vidas privados de libertad en las cárceles de Santiago. Una realidad desconocida para muchos, pues las mujeres representan apenas el 8% de la población penal, razón por la cual se habla poco de ellas, pero no por eso es una situación menos real, menos importante o menos dolorosa.
En su mayoría, la historia de vida de estas mujeres está marcada fuertemente por la vulnerabilidad, la violencia doméstica, situación económica precaria y muchas veces abandono. El 89% son madres y jefas de hogar, tienen una red de apoyo precaria o inexistente. De hecho, en el año 2018, menos de la mitad de ellas recibieron al menos una visita. Lo cual da cuenta de la situación de soledad en la que se encuentran.
Dentro de este escenario tan adverso, entre quienes tienen que vivir la maternidad dentro de la cárcel junto a sus hijos, se generan también situaciones muy lindas: otras internas que son mamás ayudan y aconsejan a las primerizas, entre ellas van cuidando a sus hijos y apoyándose en los momentos difíciles. Se forman lazos de comunidad muy fuertes.
Los niños viven en la cárcel con sus madres hasta los 2 años, sin embargo esa es una situación que está fuertemente cuestionada en resguardo del “Interés superior del niño” de la Convención sobre los Derechos del Niño, pues el espacio penitenciario no entrega las condiciones adecuadas para un correcto desarrollo físico, cognitivo y socio- emocional del niño. De hecho, en cuanto a recursos materiales, el penal sólo asegura leches y pañales, todo lo demás lo tiene que proveer la red de apoyo externa. Y si la red de apoyo no tiene recursos o peor, y ¿si no existe?
La historia y el compromiso
Ante esta situación, algunos funcionarios de la defensoría penal y de gendarmería, se organizan todos los años para recolectar donaciones y entregar a los niños de las cárceles juguetes, ropa, y otros recursos. Fue así como llegaron hace algunos años a Mundo Petit.
Matías Valenzuela, Gerente Comercial de Mundo Petit, nos cuenta que ya hace algunos años estaban donando a las mamás cuando la defensoría se ponía en contacto. Pero la última vez fue distinta, porque no habían podido recibir donaciones de ninguna otra empresa. “El caso de estas mamás me llegó, sabiendo que caen presa por un factor de vulnerabilidad, y lo que significa tener un hijo dentro de la cárcel, yo que soy papá, uno empatiza, por eso decidimos que mientras eso siga siendo así, y sigan habiendo niños en las cárceles, nosotros vamos a ayudar para que tengan la mejor calidad de vida posible. Ese es nuestro compromiso.”
Fue así que, para asegurar a las mamás lo básico para que puedan llevar su maternidad con dignidad, se ideó un sistema de donación a través del cual, tú como cliente de Mundo Petit podrías ayudar a que cada mamá que tenga a su hijo en alguna de las cárceles de Santiago reciba un ajuar de algodón Little Foot.
Pero eso no es todo, con tu aporte, podremos entregar más y mejores cosas, para acompañarlas durante los 2 años que estén con sus hijos, porque las donaciones serán convertidas en productos de nuestras marcas para ayudar en el abrigo, lactancia, comodidad y cualquier otra necesidad que se presente en el camino.
¿Te sumas?