En las primeras semanas de embarazo, el cuerpo de la mamá mostrará señales de su preparación para la lactancia materna. Para que el recién nacido tenga todos los nutrientes necesarios en sus primeros meses de alimentación, ocurrirán una serie de cambios que podremos ver, algunos a simple vista, y otros a nivel interno.
Algunos de estos cambios se reflejarán en el crecimiento considerable del tamaño de los senos, además de sentirse más pesados. El flujo sanguíneo de la glándula mamaria también aumentará, para darle paso a las modificaciones que se generarán en el tejido de los senos y los alvéolos, o bolsas productoras de leche. Ellas serán las responsables de crear, en una primera etapa, el calostro: primer líquido que proviene de los senos, de un color más amarillo, que se caracteriza por ser rico en proteínas y sales minerales, pero con una escasa proporción de lactosa.
A medida que el bebé crece, los senos se preparan cada vez más para entregarle el alimento necesario una vez que nazca. Cuando el esperado momento llega, los senos de la mamá ya contarán con la actividad necesaria para iniciar la lactancia materna junto al bebé.
Como podemos ver, este proceso natural de nuestro cuerpo requiere de grandes cambios, por lo que los senos durante y después del embarazo posiblemente sufrirán de sensibilidad e incomodidad, lo cual para algunas madres puede llegar a ser desagradable, influyendo en la experiencia que tengan junto a su bebé al momento de amamantar.
Consejos
Para estas ocasiones, existen un par de tips que te ayudarán para que las molestias no sean tan intensas. Uno de ellos, y que no modifica el compartamiento de la producción de leche, es utilizar una compresa de gel que sea suave al tacto y colocarla en los pechos unos cinco minutos antes de alimentar al bebé, para luego amamantar normalmente. Esto ayudará al flujo de leche. Luego, una vez que el bebé esté satisfecho, se puede usar la misma compresa pero en frío para refrescar los senos.
En caso de estar utilizando un sacaleches, se recomienda no extraer más leche de lo que toma el bebé, pues esto fomentará a producir más y con ello, provocar mayores molestias.
Si los dolores persisten y se transforman en punzadas fuertes, es necesario que consultes a tu doctor o matrona pues podría tratarse de una inflamación en la glándula mamaria, síntoma llamado mastitis. Es importante distinguir entre estos dolores con el objetivo de no interrumpir la lactancia materna, ya que los beneficios que este proceso natural posee tanto para la madre como para el bebé, ¡son infinitos!